20 de agosto de 2012

No sé que hago escribiendo esto.
Realmente no sé por qué he abierto el diario de hace ocho años.
Ese diario con historias sin nombre pero si con fecha. Aquel en el que escribías con mala letra y corriendo.
Es un guiño a esos años en los que eras más feliz con menos. Era cuando desde la tarde más calurosa de agosto en una habitación jugabas a ser mayor y planeabas conquistar el mundo, pero nunca sola.
Eran años en lo único que te importaba era tener tu mano un muñeca y una sonrisa en la cara.
En la que no te importaba mancharte para ser feliz.
Y entonces cierras el diario que escribiste con ocho años, hace ocho años. Te das cuenta de que ya solo son historias vacías. Las cosas se han enredado en el tiempo, han ido creciendo las circunstancias y ya donde jugabas hace ocho años no has vuelto a ir. Porque el tiempo va cambiando, y las personas también.
Guardas el diario.
Y decides que eso solo ha sido un capitulo de tu vida.
Un gran capitulo.


No hay comentarios: